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Domingo 1_Post-Pentecostés/TODOS LOS SANTOS/TONO 8

 

EPÍSTOLA: 

Heb 11:33;12:2

EVANGELIO: 

Mt 10:32-33,37-38;19:27-30

COLOR LITÚRGICO: 

Dorado

 

Jesús, todo en todos

“He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido”

 No hay una expresión más propicia y bella que la de San Pedro: “He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido”. Es una expresión que podemos ofrecer a cambio de haber recibido al Espíritu Santo en Pentecostés, el domingo pasado.

        En el primer domingo después de Pentecostés, la Iglesia conmemora a todos los santos. La nube de santos que conmemoramos es una demostración de que Pentecostés es un suceso permanente en la historia y es una manifestación de que el Espíritu Santo está siempre presente y que sus frutos, es decir los santos, son la mejor evidencia. En todo ello, la voluntad de Dios es clara: que seamos santos como nuestro Padre celestial es santo. Su voluntad es que entráramos en la comunión de Su Santidad. En el principio era el Verbo (Cristo). La segunda persona de la Trinidad estaba con Dios, es decir en un movimiento de comunión y de amor permanentes. El Verbo “se dirigía” a Dios. Y el Verbo de Dios se hizo carne, y Jesús quería que los hombres también se dirigieran a Dios. En otras palabras, Él quería que ellos participaran de la gloria que Él tenía del Padre. Jesús ha venido para hacer la voluntad del Padre y hacernos a nosotros partícipes de la vida de la Santísima Trinidad, dirigiendo nuestro amor y nuestra comunión hacia el Padre. Después de la Ascensión de Cristo, el Señor nos envió al Espíritu Santo para guiarnos en toda la verdad; la verdad es Cristo, y Él nos hace mover hacia el Padre. El Espíritu Santo descendió en Pentecostés para continuar lo que Jesús inició, para clamar en nosotros con gemidos indecibles: “Abba, Padre” (Gal 4:6).

    Y ¿quién es el santo? Es aquel que clama como la esposa, con el Espíritu, a Cristo: “Ven” (Apoc 22:17). “Señor, Tú nos llamaste y nosotros te hemos seguido”, de acuerdo con las últimas palabras del libro del Apocalipsis. El santo es aquel que dirige el timón de su amor hacia Dios. El Espíritu es quien nos incentiva y nos guía a realizarlo. El derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés requiere de nosotros una respuesta viva, expresada de la manera más hermosa: “He aquí, nosotros hemos dejado todo, y te hemos seguido”.

    Al comentar esta última expresión, San Juan Crisóstomo se detiene para preguntarse: ¿Qué has dejado, Pedro? ¿No era tan sólo una red y unos peces? Pedro no era ni rico ni un hombre prestigioso de este mundo, ahí está el secreto de lo que Pedro ha dejado: él transformó el amor de todas las cosas hacia el amor a Jesús, aunque él ofreciera tan sólo “las dos monedas de la viuda” (Lc 21:2). Nosotros lo dejamos todo, sea grande o pequeño. Lo importante no es sólo el hecho de dejarlo todo, sino dejar para que Cristo sea todo para nosotrosAhí reside la santidad.

    La santidad es mucho más que llegar a una perfección ética y es más que tener virtudes. Pues la perfección y las virtudes son el resultado de un corazón que ama mucho y para quien Cristo se volvió todo el amor. Este amor no requiere abandonar o descuidar a todo ser querido. Por ello, Jesús dijo: “Aquel que ama a… más que a mí, no es digno de mí”. Esta palabra revela dos aspectos: en primer lugar, la jerarquía en el corazón y, en segundo lugar, la clasificación de este amor. Así, cuando Jesús es todo para nosotros, entonces todo otro amor que se opone a este es inaceptable. Además, ante el amor a Cristo cae todo amor idólatra o emoción egoísta; pues todo amor a un querido ha de ofrecerse con oración, intercesión, servicio y sacrificio. ¿Acaso, Jesús no nos ha pedido: “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado”? Bajo esta perspectiva, el santo no es aquel que sólo ama a Jesús, sino es aquel que, por Jesús, ama todo. Porque toda cosa es una oportunidad para que demostremos a través de ella que amamos a Jesús. Sobre todo, cuando recordamos que todo es objeto de amor de Jesús, y que ha sido puesto en nuestro camino para que lo llevemos como una cruz, para que fuera un apostolado, o para que le llevemos la Buena Nueva. El santo es aquel que se da cuenta de que es sólo un apóstol del Señor Jesús, que todo ser humano es querido porque es objeto del amor de nuestro Señor, y que él ha sido enviado por el Señor para él.

    ¿Somos padres? Amemos pues a nuestros hijos hasta el final. ¿Acaso hay amor mayor que éste, guiar a nuestros hijos hacia Jesús? De esta manera, continuamos la labor del Espíritu Santo. Si nos complacemos más con nuestros sentimientos hacia nuestros hijos que con amar a Jesús, entonces no los amamos con un amor verdadero, y tampoco merecemos el amor del Señor. El santo es quien ama al Señor así como a aquel a quien el Señor ha amado.

    Como dice el Apóstol Pablo en su carta de hoy a los Hebreos: “Por tanto nosotros también, teniendo puesta sobre nosotros una tan grande nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos por paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el Autor y Consumador de la fe, Jesús” (Heb 12:1-2). Con todos estos santos, clamamos al Señor: “Hemos dejado todo para seguirte”; y también clamemos con el Espíritu hacia la esposa: “¡Ven, Señor Jesús!” (Apoc 22:20). Nuestra respuesta al Señor Jesús es siempre un “sí”, en el que no hay ningún “no”.


Domingo de Todos los Santos


La Iglesia Ortodoxa Dedica El domingo posterior a Pentecostés a la conmemoración de todos los Santos, el descenso del Espíritu Santo hace que, para nosotros, sea posible levantarnos sobre nuestro estado y obtener santidad siguiendo el mandato del Señor de “sed santos como yo soy santo” (Lev 11:44, I Pe 1:16, etc).

El origen de esta fiesta se remonta a los primeros años de la Iglesia, cuando era celebrada como el domingo de todos los mártires y que incluía a todos los hombres y mujeres que habían dado testimonio de Cristo con sus vidas de virtud aún sin haber muerto por Él.

San Pedro de Damasco, en su “Cuarto estado de Contemplación” menciona que existen cinco categorías de santos: los Apóstoles, los Mártires, los Profetas, los Jerarcas y los Justos.

Los himnos para este día hablan de seis categorías: “Regocíjense, asamblea de Apóstoles, de Profetas del Señor, leal coro de Mártires, Jerarcas divinos, Padres Monjes y Justos…”

Algunos santos son descritos como “Confesores”, una categoría que no aparece en la lista anterior. Debido a que son similares en espíritu a los mártires, se los considera como partes de esta categoría. No llegaron a morir como los mártires pero confesaron con sus cuerpos su fe por Jesucristo y llegaron a casi ser ejecutados por su fe. San Máximo el Confesor es uno de ellos.

“¡Congreguémonos ahora fieles en la fiesta! Porque ha sido puesto ante nosotros, un cáliz místico y un banquete espiritual lleno del gozo de las deliciosas comidas, que son las virtudes de los mártires; porque aquellos, de almas valientes, ofrecieron el cuerpo a Dios como una ofrenda racional por todos los corporales de los rincones de la tierra. Pues, en la plenitud de su juventud fueron castigados severamente; unos fueron degollados y otros se les fueron amputadas las manos y todos sus miembros; pues todos los santos devinieron en partícipes de la Pasión de Cristo. Pero Tú, Señor, que les otorgaste la corona como recompensa por sus luchas, haznos dignos de seguir sus huellas, porque eres Amante de la humanidad.”

Pongamos sus vidas ante nosotros como ejemplos de virtud, roguémosles que intercedan en nuestro beneficio ante Dios, Cuya gracia y misericordia ilimitada está con todos nosotros.


Santoral
Domingo 15: 1_Post-Pentecostés/TODOS LOS SANTOS/TONO 8
Niceforo Ob-Constantinopla (Heb 11:33-12:2/Mt 10:32-33,37-38;19:27-30)
Semana 2_Post-Pentecostés/Tono 8
Lunes 16: Luciliano, Claudio, Hipacio, Pablo y Paula Vrg, mrs (Rm 2:28;3:18/Mt 6:31-34,7:9-11)
Martes 17: Metrófanes obispo de Constantinopla. (Rm 4:4-12/Mt 7:15-21)
Miércoles 18: Doroteo obispo Tiro gran mártir/ (Constantin Metropolita  Kiev (Rm 4:13-25/Mt 7:21-23)
Jueves 19: Besarion-Egipto,Taumaturtgo (466)/ Hilarion El joven Mj (Rm 5:10-16/Mt 8:23-27)
Viernes 20: Teodoto Ob-Ancira Mártir (303). (Rm 5:17-6:2/Mt:9:14-17)
Sábado 21: Traslado reliquias de Teodoro el Tiron (Rm 3:19-26/Mt 7:1-8)


VERDADERA IGLESIA ORTODOXA RUSA
SEDE METROPOLITANA: CALLE 18 # 13- 12, Móvil: +573008819790
Catedral Santa María y San Miguel Arcángel,
Campo Hermoso, Manizales, Colombia
Hora Divina Liturgia: Domingos, 11:00 am
E- Mail: Boletinortodoxo@gmail.com,
Página Web: www.viorweb.org/


PENTECOSTÉS/ Fiesta de la Trinidad

EPÍSTOLA: Hch 2:1-11
EVANGELIO: Jn 7:37-52;8:12
COLOR LITÚRGICO: Verde


Hoy el calendario litúrgico nos trae dos textos poderosos: el relato de la venida del Espíritu Santo en Hechos, y las palabras de Jesús sobre los ríos de agua viva en el evangelio de Juan.

Pentecostés: el milagro del entendimiento

El día de Pentecostés fue un momento único: hombres y mujeres de muchas naciones, con distintos idiomas, escucharon a los apóstoles y todos entendían el mensaje en su propia lengua. Era como si se hablara un solo idioma: el del Espíritu.

¿Cómo fue posible este milagro? Existen varias interpretaciones:

                Que todos oyeron el mismo idioma (probablemente hebreo) como si fuera el suyo propio.

                Que cada apóstol habló milagrosamente en diferentes lenguas.

                O, como dicen algunos Padres de la Iglesia, que el Espíritu Santo hizo una traducción espiritual simultánea: los apóstoles hablaban su idioma y, por obra del Espíritu, cada oyente entendía en el suyo. No fue simplemente una traducción técnica, sino una comunicación espiritual profunda.

Esta experiencia fue posible porque los discípulos estaban llenos del Espíritu Santo. Es un estado de comunión con Dios que transforma no solo las palabras, sino los corazones.

Lo que ocurrió en Pentecostés puede volver a ocurrir en cualquier momento si estamos abiertos a la acción del Espíritu.

 

De Babilonia al Cenáculo: de la confusión a la unidad

Hay una hermosa comparación que hace la tradición cristiana: en Babel, cuando la humanidad se llenó de orgullo, Dios confundió las lenguas y dispersó a los pueblos (Génesis 11). En Pentecostés, en cambio, el Espíritu une en un solo lenguaje de fe y amor.

Vivimos hoy entre esos dos extremos: entre la confusión de Babilonia y la unidad del Espíritu en Pentecostés.

En nuestra sociedad, muchas veces hablamos el mismo idioma, pero no nos entendemos. ¿Por qué? Porque nuestras ideas, metas y valores son distintos. Y otras veces, aunque compartimos ideas, no logramos comunicarnos porque no hablamos desde el amor ni la verdad.

 

Necesitamos un nuevo Pentecostés

El mundo actual está dividido por ideologías políticas, creencias religiosas, gustos, modas, pasatiempos… Y muchas veces esas diferencias se convierten en muros. Cada grupo se cree dueño de la verdad, señalando al otro como equivocado.

Además, se usa la manipulación, la mentira y los medios de comunicación para imponer visiones distorsionadas de la realidad. La verdad se esconde y se cambia por intereses.

Por eso hoy, más que nunca, necesitamos un nuevo Pentecostés: no ideologías, no propaganda, no más divisiones, sino la acción del Espíritu Santo que nos una, nos dé entendimiento, y nos llene del amor de Dios.

Pidamos con fe:

¡Ven, Espíritu Santo! Llénanos de tu luz y tu verdad. Une lo que está dividido. Transforma nuestros corazones. Haznos hablar el idioma del amor, la paz y la unidad.

 

PENTECOSTÉS

    Dentro del tiempo litúrgico de la iglesia, Pentecostés es llamado el “último y gran día”; es la celebración de la llegada del Espíritu Santo, es como el momento final en el que se completa la salvación.

    Igualmente, Pentecostés, es el día en el que se “funda” la iglesia con la presencia del Espíritu Santo entre nosotros; es el cumpleaños de la iglesia, se trata de la nueva vida en Cristo.   

    Pentecostés en griego significa “cincuenta” y, en el simbolismo sagrado bíblico de los números, el cincuenta simboliza tanto la plenitud de los tiempos como aquello que está más allá del tiempo: el Reino de Dios.

    Con el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos, se ha completado la obra del Señor, la plenitud se ha revelado, todos los dones han sido conferidos: ahora pertenecen a nosotros y nos apropiamos de ellos y así somos aquello en lo que nos hemos convertido, en Cristo, al igual participantes y ciudadanos de Su Reino.

    El Espíritu otorgado en Pentecostés dio testimonio que Cristo había resucitado y que la relación con Dios es posible para todo hombre,

El Espíritu guía la vida de toda la Iglesia para dar testimonio de la resurrección, hoy, en Pentecostés.

 

Día del ESPÍRITU SANTO

    En el día después de cada gran fiesta, la Iglesia ortodoxa honra la persona a través de los cuales se hace posible la Fiesta. Al día siguiente de la Natividad del Señor, por ejemplo, se celebra la Sinaxis de los Santísima Madre de Dios; al día

Ahora honramos al Todo Santo, Bueno, y Espíritu Creador de la vida, que descendió sobre los Apóstoles en Pentecostés en forma de lenguas de fuego en cumplimiento de la promesa del Señor para enviar el Consolador a sus discípulos.

 

Troparion - Tono 8

Bendito seas Tú, Cristo, nuestro Dios, Has revelado a los pescadores como los más sabios, Al enviar sobre ellos al Espíritu Santo, A través de ellos, atrajiste al mundo hacia Tu red ¡Oh Amado del hombre, Gloria a ti!

 

Kontakion - Tono 8

Cuando el Altísimo descendió y confundió las lenguas, dividió a las naciones; Pero cuando repartió las lenguas de fuego llamó a todos a la unidad. ¡Por lo tanto, con una sola voz, glorificamos al Espíritu Todo-santo!

 

Santoral
DOMINGO 8: Pentecostés / Fiesta de la Trinidad / Tono 7 🔥
Patricio ObMr-Prusia Mr / Acario / Menandro y Polyene (Hech 2:1-11 / Jn 7:37-52;8:12)
Semana de Pentecostés / Tono 7
LUNES 9: Día del Espíritu Santo 🕊️ (Ef 5:8-19 / Mt 18:10-20)
MARTES 10: Ignacio de Rostov / Nicetas Ob-Calcedonia Confesor (IX) (Rm 1:1-7,13-17 / Mt 4:25-5:13)
MIÉRCOLES 11: Teodosia Virgen-Mir / Conmemoración 1er Concilio Ecuménico (Rm 1:18-27 / Mt 5:20-26)
JUEVES 12: Isaac Monje Confesor (383) (Rm 1:28-2:9 / Mt 5:27-32)
VIERNES 13: Hermas Apóstol de los 70, s.I (Rm 2:14-29 / Mt 5:33-41)
SÁBADO 14: Sábado de Almas / Apódisis Pentecostés / Fin del Pentecostarión (Rm 1:7-12 / Mt 5:42-48)

 

VERDADERA IGLESIA ORTODOXA RUSA
SEDE METROPOLITANA: CALLE 18 # 13- 12, Móvil: +573008819790
Catedral Santa María y San Miguel Arcángel,
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Domingo 7 Post. Pascua/PADRES DEL 1er CONCILIO ECUMÉNICO/TONO 6

  

EPÍSTOLA: 
Hch 20:16-18,28-36
EVANGELIO: 
Jn 17:1-13
COLOR LITÚRGICO: 
Blanco

LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

“Para que sean uno, así como Nosotros somos uno (Jn 17:22)Hace poco (el Jueves de la Ascensión), Jesús subió a los cielos, y dentro de poco (Domingo de Pentecostés), desciende el Espíritu Santo sobre nosotros. Hace poco, hemos celebrado la coronación de la obra de Cristo, y dentro de poco, celebraremos la inauguración de la obra del Espíritu Santo. Hace poco, Cristo concluyó su labor en la tierra, la que consistía en “reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos (Jn 11:52), y dentro de poco, el Espíritu Santo comienza a terminar la obra de Jesús, pues unirá las lenguas que habían sido confundidas.

Y entre estos dos acontecimientos, leemos hoy el texto de la oración de despedida del Señor en la que Jesús suplica al Padre por nuestra unidad, es decir que seamos uno como la Santísima Trinidad es una.

Una mirada rápida hacia la historia muestra que Jesús tenía razón en hacer esta súplica, porque la Iglesia no sufrió tanto en peligros más que de divisiones internas. Antes de despedirse de sus discípulos y encomendarles seguir su misión con el Espíritu Santo, Jesús se preocupó tanto por la unidad de sus discípulos y de aquellos que iban a creer por su intermedio.

En realidad, Dios creó el mundo en la diversidad y dispuso de muchos talentos. Pero todo ello fue dentro de una unidad integrada. Después de la caída, la consecuencia inevitable del pecado era la irrupción de la ruptura en el mundo: ruptura de la relación entre el hombre y Dios, y ruptura de la relación entre el hombre y la creación. El hombre hoy trata de perseverar en su vida, pero la lucha de la vida es dura. Y también está la ruptura de la relación entre el hombre y su prójimo. La primera ruptura de esta relación se produjo entre el varón y la mujer, y también entre los mismos hermanos, hasta que uno mató a su hermano menor. Nuestro mundo se rompió a causa del pecado, habiéndolo creado Dios en la diversidad y la unidad. Y Dios continuó su obra para unir todo, cuando todo se iba rompiendo. El cisma es siempre un pecado. La santidad de la Iglesia se demuestra en su unidad. Aún más, la unidad de la Iglesia es la señal de su rectitud (ortodoxia), porque en esta unidad se refleja la pureza de su origen divino, lejos de las consideraciones humanas pecaminosas.

Queda claro en la oración de Jesús que la unidad de la Iglesia está relacionada con la vida de Dios. Porque ella refleja la unión de la Trinidad: “para que sean uno, así como Nosotros somos uno” (Jn 17:22), y también “para que todos sean uno. Como tú, oh, Padre, estás en mí y yo en ti (Jn 17:22). 

La unidad de la Santísima Trinidad está basada en el vínculo del amor, pues el Padre es la fuente de la unión. El Verbo de Dios está eternamente con el Padre, en el sentido de que el Verbo de Dios se dirige hacia el Padre eternamente. Y el Hijo vino a la tierra para unir a la gente, es decir, hacerlos conocer al Padre: “Y ésta es la vida eterna: que Te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. El Hijo vino para que todo el mundo se dirija hacia el Padre. Esta fue la obra del Señor hasta la Ascensión, y esta es Su oración ahora y la obra del Espíritu a partir de Pentecostés.

 

Cristo pone ante nosotros el verdadero objetivo, el de compartir la gloria: “La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”. La gloria del Hijo es mostrar la gloria del Padre. Nuestra participación en la gloria de Cristo, es decir Su propio testimonio hacia el Padre de obedecerle a Él, por ello, hasta la muerte, y muerte de cruz, significa que participamos de Su pasión y Su misión. Cristo nos dio el don de participar de Su gloria: participar de Su misión para que nosotros también seamos testigos del Padre, y de hecho transformarnos de hijos de este mundo en hijos de Dios, y darnos cuenta de que todos nosotros somos partícipes de la misión y de la gracia. 

Somos los enviados de Dios en el mundo y nuestra finalidad es una, y al mismo tiempo, somos hijos de Dios y hemos sido gratificados del mismo amor del Padre, y por ello tenemos la misma dignidad. Así, Cristo nos une, porque nos ha gratificado con el don de ser testigos y del don de la adopción. Y clamamos en el Espíritu: “¡Abba, Padre!” El Hijo nos reveló que el Padre es un padre, y que todos tenemos el mismo amor de Él.

Cristo nos une cuando Él está en nosotros, pues nos da la vida misma. Nos enseña la vida en el Espíritu Santo. La unidad de la vida es la que crea la unidad de la tradición. La fe y la vida no sólo son inseparables, sino que la forma de vida es consecuencia de la fe. Por lo tanto, la unidad de la vida es hacer las mismas experiencias, y así la enseñanza se vuelve una. La tradición aquí no consiste en conocimientos, sino es el hecho de seguir brindándose, al igual que nuestros antecesores, como vasos elegidos y arpas del Espíritu Santo. Esto es lo que hemos recibido: que el Espíritu Santo hablará por nosotros. Así, la enseñanza ortodoxa difiere de la de las herejías por ser una expresión viva del Espíritu y no una transcripción o difusión de una tradición, o renovación de filosofías cuya lógica es humana y no la del Espíritu.

Esto es lo que celebra la iglesia en este domingo, el domingo de los Santos Padres del Primer Concilio Ecuménico, que, dentro de todos los concilios ecuménicos, se distingue de manera particular, no sólo por el hecho de haber defendido la divinidad del Hijo, sino por haber fijado el sendero de guardar la fe, y señaló la necesidad de la unidad de la vida y de las finalidades, para que las enseñanzas sean una. Los Padres del concilio son el grupo que llevaron la tradición y rechazaron todo lo que era ajeno; pero “llevaron la tradición “significa “llevaron el Espíritu Santo. Por ello, la unión no es posible si el Hijo no está en nosotros.

  

CONMEMORACIÓN A LOS PADRES DEL PRIMER CONCILIO ECUMÉNICO.

Este concilio fue realizado en el año 325, convocado y organizado por el Emperador Constantino el Grande y que reunió a 318 obispos de Europa, África y Asia, las que eran entonces partes del Imperio Bizantino. Concilio organizado debido a las malas doctrinas enseñada por el diácono libio Arrio, que rechazaba la Divinidad de Cristo, contra la enseñanza de la Iglesia, Arrio sostenía su propia opinión de que Cristo no es Dios diciendo que era una criatura, no siendo consubstancial al Padre y que tampoco era eterno, que no tenía el mismo grado divino y que sólo de un modo alegórico se le llamaba Hijo de Dios”. Esta herejía produjo una división entre los cristianos; y el Emperador, determinó convocar a un Concilio en la plaza central del palacio Imperial de la ciudad de Nicea de Bitinia. Se destaca la presencia en este concilio de un grupo numeroso de Padres que, por su fe, dieron un ejemplo vivo de vida en Cristo, como San Nicolás de Mira, San Espiridón de Trimitos, San Macario de Jerusalén, y San Atanasio el Grande. En este Concilio se condenó la herejía de Arrio, y se establecieron los primeros siete artículos del Credo

En el Credo niceno-constantinopolitano están presentadas, con breves pero exactas palabras, las verdades fundamentales de la fe ortodoxa. El Concilio se encargó también de unificar la celebración de la Pascua Cristiana, tanto en cuanto a su contenido central, como cuanto en relación con la fecha de su celebración.

  

Troparion - Tono 8

Tú eres el más glorioso, oh Cristo nuestro Dios! ¡Has establecido a los santos padres como luces en la tierra! ¡A través de ellos nos has guiado a la verdadera fe! ¡Oh, grandemente compasivo, gloria para ti!

 

Kontakion - Tono 8

La predicación de los apóstoles y las doctrinas de los padres han establecido una fe para la Iglesia. Adornado con el manto de la verdad, tejido de teología celestial, ¡Define y glorifica el gran misterio de la ortodoxia!



Santoral
1 D 7 Post. Pascua/PADRES DEL 1er CONCILIO ECUMÉNICO/TONO 6
Patricio ObMr-Prusia Mr/ Acario/ Menandro y Polyene (Hch 20:16-18,28-36/Jn 17:1-13)
Talleleo Mártir (Hch 21:8-14/Jn 14:27-15:7)
Constantino y Helena, Isoap. Icono Vgn Sn Vladimir (Hech 26:1-5,12-20/Jn 10:1-9)
/(Hch 21:26-32/Jn 16:2-13)
Mc Basilisco Mr/ Conmemoración 2° Concilio Ecuménico (381)/(Hch 23:1-11/Jn 16:15-23)
Miguel Ob-Sinadat -Confesor (Hech 25:13-19/Jn 16:23-33)
Apódisis Ascensión
Simeon anacoreta el stilita (Hech 27:1-44/Jn 17:18-26)
Sábado de Almas   
3er- hallazgo cabeza de San Juan Bautista (823)/(2Cor 4:6-15/Mt 11:2-15)/(Hech 28:1-31/Jn 21:15-25)

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